Muchos frutos europeos asiáticos y africanos pronto se aclimataron en el nuevo continente y para finales del siglo XVI su producción y consumo ya eran comunes, pues los indígenas estaban acostumbrados a la siembra de frutales y esto no modificó sus costumbres. Los frutos que los españoles introdujeron a México fueron, manzanas, cítricos, plátanos, higos, membrillo, uvas, zarzamoras, granada, melones, etc.